El estreno de la ambiciosa coproducción internacional "El secreto de Marrowbone", debut en el largometraje del reputado guionista de films de éxito mundial de Juan Antonio Bayona como "El orfanato" o "Lo imposible", Sergio G. Sánchez, explota sin demasiado ánimo el modelo de las casas encantadas. El punto de partida es una familia inglesa fugitiva que encuentra el refugio y la anhelada armonía en una nueva casa en los Estados Unidos, cambiando su apellido habitual por el de Marrowbone, el nombre de la mansión.
Pero entonces la trama deja al grupo de hermanos retenidos en esta casa aislada después de la muerte de la madre, una defunción que esconden a todo el mundo para preservar la propiedad de la casa, mientras el hermano mayor es el único que puede salir al exterior cuando quiere, en dirección hacia el pueblo, donde se hace amigo de una joven bibliotecaria, Allie (Anya Taylor-Joy).
Los hermanos viven asediados por temores del pasado que tienen algo a ver con la figura del padre, y que se manifiestan a través de los recursos habituales del género de casas habitadas por fantasmas, como chirridos de puertas, espejos cubiertos con sábanas, sustos y efectos paranormales. En esta situación se esboza un retrato grupal de niños huérfanos, confrontando su inocencia a sus miedos, que viven atenazados por un secreto aterrador que parece esconderse en los oscuros rincones de unas buhardillas tapiadas.
Al fin y al cabo, "El secreto de Marrowbone", su reparto internacional, su presupuesto de altura, la banda sonora o la concepción visual de auténtico lujo, no son bastante suficientes para construir un sólido relato fantástico. Predomina la sensación de una fallida atmósfera en el film de estilo gótico ambientado en un casa destartalada que acaba sirviéndose de un vacío en la narración para replantear, de forma engañosa, las imágenes que hemos visto, apuntándose a la efectista moda de los trucos narrativos en busca de la sorpresa que deje al público atónito.