La tercera jornada competitiva nos ha dejado dos apuestas muy atractivas sobre los límites del compromiso social. Por un lado el tercer largometraje del francés Roben Campillo, “120 battements par minute”, que se estrena con nota en la Sección Oficial. Y del otro, el sueco Ruben Östlund que va el salto a la Sección Oficial con una temeraria cinta, tan controvertida como atractiva, “The Square”.
Arte y conciencia
El cineasta sueco Ruben Östlund salta a la Sección Oficial con “The Square” después de ganar el premio del Jurado de “Una cierta mirada” con “Fuerza Mayor/Turist” (2014). El título original responde a un concepto espacial, geométrico, la plaza, el cuadrado, la nueva instalación que prepara el responsable de un museo de arte contemporáneo, Christian (Claes Bang), que servirá para reflexionar sobre la condición humana y el valor de la ayuda desinteresada hacia los otros.
Pero una entrevista inicial pone contra las cuerdas al personaje principal, confrontado en sus propias declaraciones, una serie de paraulers vacías, sin sentido, Definiciones incomprensibles, crípticas, ininteligibles, como pasa a menudo con el mismo arte abstracto. Y el ideario o la voluntad de Christian de cara a la nueva exposición es puesta en cuestión también a nivel personal cuando es atracado en medio de la calle después de caer en una trampa para ayudar los otros
“The Square” es un film controvertido, incisivo y provocativo, y lo hace a menudo desde la comedia en un tono paròdic y corrosivo. Esta orientación crítica y sarcástica se demuestra también en una escena de sexo entre la entrevistadora, Anne (Elisabeth Moss), y el responsable del museo, que deja el hombre como un egòlatra, la auténtica dimensión mezquina de un personaje célebre y famoso.
El film plantea uno de los gran temas de la contemporaneidad europea, los valores de la solidaridad, la comunidad, los derechos personales, el altruismo, y lo hace desde el perímetro del arte abstracto por busca la concienciación. Una propuesta que plantea los propios límites del arte moderno y que parece cuestionarse el utilizado del arte desfiguratiu, motivo también de los dardos de Östlund, por quienes parece insalvable el alcance del arte moderno para plantear problemas de ética y de compromiso.
El planteamiento cinematográfico es tan abierto que consigue poner en problemas al espectador. El discurso, nada retórico, aparece cargado de ambigüedad, contribuyendo enormemente al empujón que contiene esta osada propuesta. Un film que aboca el espectador en la incertitud, igual que el público confrontado en la contemplación de una pieza de arte moderna, atraído o fascinado por las imágenes del film, imágenes a menudo de sentido alusivo.
Activismo contra el SIDA
El francés Roben Campillo – guionista también de films de su compatriota Laurent Cantet cómo pasa a “El atelier” que se exhibe este año en la sección paralela “Una cierta mirada” - se estrena en la Sección Oficial con “120 battements par minute”. Se trata de un film sobre el activismo gay francés a los noventa, concretamente centrado en el movimiento Act Up. Un film autobiográfico, de alguna manera, puesto que el mismo cineasta había sido militante de esta organización, con un título que hace referencia a los 120 latidos del corazón por minuto.
La película de Campillo sirve como reconstrucción histórica del activismo social de esta organización comprometida y reivindicativa, y un tributo también a los verdaderos pioneros de la lucha contra la expansión de la enfermedad. Una asociación combativa que destacó por acciones bastante expeditivas y ruidosas para reclamar la atención de los medios y el desinterés del público.
Son movilizaciones en los años de Mitterrand para revertir el silencio mediático ante la epidemia del virus del SIDA que afectaba, sobre todo, a homosexuales y heroinómanos. Manifestaciones y actas de creciente radicalización para denunciar la indiferencia de la sociedad, cuando no el rechazo y la estigmatización de los gays. También una lucha contrarreloj de los seropositivos, atrapados en la angustia de la espera de un medicamento capaz y efectivo para parar el contagio y la propagación de la enfermedad, dirigiendo la presión a la vez encima los laboratoriosUn film sincero y corprenedor, que combina perfectamente discurso y emoción, y que conjuga reparto coral e historia personal, individualizando el dolor y el sufrimiento. Un film que muestra los estragos de la enfermedad con el deterioro de los cuerpos, la agonía y la muerte. Un drama colectivo azotado por un porcentaje elevadísimo de defunciones.
Un film que destaca también por un extenso reparto conformado por actores jóvenes del cine francés como Arnaud Valois, Antoine Reinartz, Nahuel Pérez Biscayart, y dónde participa también Adèle Haenal –la chica protagonista de “Una chica desconocida”(2016) de los hermanos Dardenne-.