Hay libros que entretienen, otros que enseñan… y algunos que cambian vidas. Así fue para Mario Vargas Llosa cuando, siendo un joven estudiante de Literatura en Lima, cayó en sus manos una novela medieval escrita en Valencia en el siglo XV. Era Tirant lo Blanch, de Joanot Martorell, una obra que, según confesó años después el propio Nobel, lo transformó para siempre: “Esta obra me revelaba el escritor que alguna vez me gustaría ser”.
Para Vargas Llosa, Tirant lo Blanch no solo es su libro valenciano favorito: es una de las mejores novelas de todos los tiempos. Una obra “desmesurada”, “rica”, “inconmensurable” y profundamente moderna, que rompió todos los moldes del género caballeresco al tiempo que anticipó técnicas narrativas que siglos más tarde emplearían escritores como Flaubert, Faulkner o Tolstói.
Un descubrimiento universitario que marcó su rumbo
El descubrimiento de Tirant lo Blanch no fue casual. Ocurrió cuando un profesor universitario despreció las novelas de caballería frente a toda la clase, tachándolas de banales y vulgares. Lejos de disuadirlo, aquel comentario encendió la chispa de la curiosidad en el joven Mario, que corrió a la biblioteca y pidió el primer título que encontró dentro de ese género. Era una edición de 1947 de Tirant lo Blanch.
Aquella lectura no solo le entusiasmó por su originalidad y riqueza de anécdotas, sino que se convirtió, según sus palabras, en “una de las más grandes experiencias como lector”. Desde entonces, no solo se convirtió en un ferviente admirador, sino también en uno de sus principales divulgadores fuera del ámbito académico.
Lo que más impresionó al Nobel peruano fue la capacidad de Martorell para entrelazar géneros, tonos y estilos, en una narrativa que rompía los límites del relato tradicional. Para él, Tirant lo Blanch es una novela total, comparable con obras maestras como Moby Dick o Madame Bovary. Personajes con profundidad psicológica, diálogos agudos, tramas secundarias llenas de vida, descripciones realistas y una perspectiva crítica hacia el poder y la moral: la obra lo tenía todo.
Vargas Llosa estudió Tirant lo Blanch en profundidad y dedicó varios ensayos a desentrañar su grandeza, reunidos en el libro Carta de batalla por Tirant lo Blanch (Seix Barral, 1991). En estos textos, el Nobel peruano argumentaba que esta novela no solo revitaliza el género caballeresco, sino que lo transforma, anticipando estructuras y recursos de la novela moderna.
Vargas Llosa reconoció que Tirant lo Blanch fue uno de los pilares secretos de su evolución como escritor. Más de cinco siglos después de su publicación, la novela de Martorell sigue siendo una fuente de asombro y admiración para los grandes nombres de la literatura mundial. La obra valenciana que hechizó a Cervantes y fascinó a Mario Vargas Llosa sigue viva, poderosa y sorprendente, como en el primer día.
Y es que pocas novelas han tenido la capacidad de marcar tan profundamente a un futuro Nobel de Literatura. Gracias a Tirant lo Blanch, el joven Vargas Llosa descubrió que quería escribir novelas que fueran, como la de Martorell, un universo completo: contradictorio, apasionante y humano.