El 71 Festival de Cine de Cannes avanza a toda máquina y este miércoles día 9 arrancaban simultáneamente dos competiciones que funcionan en paralelo a la sacrosanta Sección Oficial, epicentro donde se reúnen la mayoría de miradas, nos referimos a la Semana de la Crítica y la Quincena de los Realizadores. Entre las acciones destacadas de la jornada destaca el premio La Carroza de Oro a Martin Scorsese, con proyección del clásico moderno 'Malas callas'. En el terreno de la cinefília también ha tenido lugar la proyección del esperado documental 'The Eyes of Orson Welles' del crítico e historiador Mark Cousins, un itinerario por el universo pictórico de Orson Welles de la mano de su hija Beatrice Welles.
Pero además el Festival se ha puesto reivindicativo y a través de diferentes propuestas ha reclamado la atención del espectador por temas sociales y políticos de interés. Uno de los acontecimientos del día ha sido el documental de más de ocho horas de Wang Bing, 'Dead Souls', sobre los supervivientes de los campos de reeducación chinos donde fueron internados miles de personas tildadas de derechistas por el régimen en 1957, sometidos a trabajos forzados. Muy penetrante ha sido el cineasta ucraniano Sergei Loznitsa que después de competir en la edición del año pasado del Festival de Cannes en Sección Oficial con 'A Gentle Creature', ahora ha tenido el honor de inaugurar la sección paralela, también en competición, Un certain regard, con un film sobre la guerra sorda y sucia de ucranianos y rusos a 'Donbass'. Y en cuanto a la Sección Oficial, la primera participación en Cannes del realizador egipcio-austríaco A. B. Shawky ha consistido en un film sobre un desclassat que suplica el aprecio y la comprensión por su condición de leproso a 'Yomeddine'.
'Yomeddine' de A. B. Shawky. Los olvidados
'Yomeddine' de A. B. Shawky sobre un leproso curado de su enfermedad, Beshay (Rady Gamal), pero que vive recluido en una leprosería y que después de la muerte de su mujer emprende una valiente road movie en busca de la familia que lo había olvidado. En este incierto itinerario encontrará un inesperado compañero, un niño huérfano, Obama, Obama (Ahmed Abdelhafiz) que huye de un orfanato. En el trayecto con carreta son engañados, rechazados o sufren en contratiempo de la desafortunada muerte del asno que los trae. Una película de itinerancia y aventurera que, aparte de la carreta, se sirve del tren, camioneros solidarios o barcazas para atravesar el Nilo.El film pero demuestra una tendencia al servilismo, desde los mismos protagonistas principales, o la montaña de basura donde el protagonismo busca chatarra y cualquier cosa para sacar provecho. En una de las etapas conforman una extraña cofradía de parías, seres deformas, 'freaks' cómo se autodenominan, expulsados a los márgenes de la sociedad, pero un espacio donde se encuentra la camaraderia entre iguales. La historia acontece finalmente una patraña moderna sobre la tolerancia, denunciando el ostracismo hacia los leprosos, poniendo en evidencia que se trata de una marginación arraigada en la sociedad egipcia, cargada de prejuicios. Una película benintencionada, de factura sobria, muy equilibrada y eficaz en su discurso.
'Donbass' de Sergei Loznitsa. El fin de las certezas
Loznitsa presenta 'Donbass', título que corresponde al nombre de una región del este de Ucrania que vive en medio de combates entre separatistas rusos y ucranianos, un territorio fronterizo, tipo de tierra de nadie, donde predomina el vacío de poder y reina el odio y, sobre todo, la propaganda falseada. Un film que su director quiere que trascienda su dimensión de conflicto local a un nivel más general, señalando una batalla por el control de la información y la confección del relato. Loznitsa, que se ha servido de grabaciones amateurs de testigos de las escaramuzas, reconvierte estas valiosas grabaciones, que nunca se ven físicamente en el film, en un relato de ficción hecho a base de episodios desconectados entre sí. Se apropia de nuevo de recursos de la mirada documental, no en balde había sido el director del documental 'Maïdan' (2014), pero ahora con esta mirada calidoscópica de naturaleza fragmentaria.También hace gala de diferentes registros, como la parodia y el grotesco, como un casamiento de una pareja de rebeldes rusos, o también el absurdo y la comicidad en otras escenas. Otros son momentos de crueldad, como la vejación pública de las víctimas, y en otras aborda la discrecionalidad de las autoridades y la corrupción enquistada. Pero también se hace eco de la violencia seca, a través de explosiones, que llegan de manera imprevista, la guerra en estado sucio con su retahíla incomprensible de víctimas.Y cierra el film con una fórmula narrativa circular en que hace un nuevo giro lleno de incertidumbre e inquietud a la escena inicial, una pantomima sobre la mentira organizada, las fake news en toda regla, con una guerra fabricada, con actores maquillados ad hoc, para ser entrevistados ante las cámaras de televisión con un guion estudiado. Igual que los mecanismos de un film de ficción, entrelazando el cine y el arte de engañar con aquello real. Si la guerra en sí misma ya es un combate por la información, el desenlace, magistral, resulta demoledor, instituyendo la falta total de certezas.