El pasado 1 de abril, el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) comenzó nueva etapa con Blanca de la Torre al frente. La comisaria, gestora cultural e investigadora fue elegida por unanimidad para este nuevo cargo de directora y espera hacer una transición sana que permita devolver el prestigio del centro entre el público y a nivel nacional e internacional. Un reto que asume con “ilusión” y que plasma en un proyecto que, espera, sea colectivo. Entrevistamos a la nueva líder del museo para conocer las principales claves de su gestión.
Hace pocos días que has llegado al IVAM. ¿Cómo ha sido la primera toma de contacto?
Fantástica. Creo que todo el equipo estaba con muchísimas ganas de hacer cosas, de poder ejecutar algunas que igual estaban en suspensión durante todo este tiempo, y de empezar a reestructurar un poco conmigo todo. Hemos hecho ya la presentación para empezar a trabajar también a nivel interno entre todas y todos. A mí lo que me interesa es que mi proyecto lo hagan suyo desde sus diferentes ángulos, sus diferentes visiones, departamentos… que, al final, sea un proyecto colectivo.
En la presentación ante los medios, el conseller de Cultura, José Antonio Rovira, destacó que serás capaz de dar una identidad propia al centro. ¿Cuáles van a ser las líneas generales de tu gestión?
Plantea tres ejes esenciales: sostenibilidad, patrimonio y territorio, que claramente operan de manera interconectada, no se pueden entender como líneas de acción estancas. Sostenibilidad de manera sistémica, en sus cuatro patas, medioambiental, social, cultural y económica, hacia adentro y hacia afuera. Hay que comenzar a trabajar con modos más sostenibles de gestión, pero también hacia cómo se comunica toda esa sostenibilidad y cómo se puede producir cultura de manera más responsable.

Esto va inevitablemente relacionado con la cuestión del patrimonio. La idea de patrimonio me gusta pensarla en clave del pasado, presente y futuro. En mi proyecto de dirección, para hablar de esta idea, utilizaba la metáfora del pájaro Sankofa, un pájaro de la mitología de los Akanes que va siempre con la cabeza mirando hacia atrás, con las patas hacia adelante y con un huevo en el pico, para saber siempre dónde está y hacia dónde va. Creo que es la manera en la que tenemos que entender nuestra idea de patrimonio y de sostenibilidad, porque obviamente la pérdida de patrimonio es pérdida de bienestar.
Respecto al territorio, el IVAM tiene que responder a las necesidades culturales y sociales de toda la Comunitat Valenciana, no solo de la ciudad de Valencia. Esa es la extensión que más me interesa en este momento, y a su vez esas otras ondas expansivas que serían lo nacional, lo europeo y lo global.
¿Cuáles son los principales cambios que quieres priorizar?
Tienen que ver con la cercanía. Me interesa muchísimo ver y estudiar puentes de conexión para que el museo sea más cercano, para que sea más accesible, para que la gente lo sienta como propio también. Quiero un museo más habitable.
¿Hacia qué público te quieres dirigir especialmente con tu proyecto?
Todo tipo de público. El museo es de toda la sociedad y quiero que toda la sociedad se sienta interpelada. Además, me interesa muchísimo el público joven, tanto infantil como adolescente, que al final son los públicos de mañana, y promover las visitas escolares.

También has destacado mucho la internacionalización del centro. ¿Cómo vais a trabajar en ello? ¿Habéis pensado en colaborar con otros centros a nivel internacional?
Quiero colaborar con otros centros y establecer alianzas estratégicas tanto nacionales como internacionales. Pero quiero que funcionen no solo a nivel programático, sino que realmente echen raíces. No sirve de nada hacer simplemente una exposición, tanto de un lado como de otro, sino que esas alianzas sirvan, por ejemplo, para mostrar artistas del contexto valenciano fuera de la Comunitat Valenciana y del Estado. Y viceversa: traer agentes tanto del territorio nacional como de fuera del Estado, que realmente conozcan no solamente lo que está sucediendo en el IVAM, sino lo que está sucediendo a nivel de comunidad, que tiene una riqueza que creo que ha de conocerse, e ir sembrando esas semillas para que la situación cambie. La Comunitat Valenciana tiene mucho potencial no solamente en lo artístico, sino en lo cultural, y quiero que se visibilice.
Estas alianzas tienen que operar desde lo local, desde lo comunitario, a lo regional, nacional, europeo e internacional. Y en función de las tipologías de proyectos, pensar en cómo eso converge, no solamente en el propio museo, sino también hacia afuera. El museo no es solamente este edificio y creo que eso es lo que también tenemos que trabajar.
También has anunciado que quieres dotar al museo de una sala con exposición permanente que conviviría con las temporales. ¿Cómo se va a confeccionar?
Creo que el epicentro debe ser el elemento que vertebre el resto de la programación. Quiero, por un lado, generar una colección, un recorrido permanente que permita esa lectura historiográfica más clásica, pero que conviva con lecturas alternativas. Me gusta mucho pensar en términos de gran historia y pequeñas historias. Y creo que, tanto los mecanismos de construcción de la gran historia, como la inclusión de esas pequeñas historias, han de convivir para entender que esa es la manera en la que se construyen las narrativas con las cuales entendemos el mundo.

No entraba en tus planes buscar una subsede en Valencia, como sí ocurría en proyectos anteriores. ¿Por qué?
Creo que el museo ahora mismo no necesita potenciar ese carácter expansivo a nivel de otra sede en la propia ciudad de Valencia. Ya hay un IVAM en la ciudad. Lo que tenemos que hacer es, por un lado, atender al resto del territorio, y por otro, extendernos desde este perímetro como arquitectura social, física y simbólica, y atender a todo nuestro alrededor desde este propio edificio. Esa es la expansión que más me interesa en este momento, la expansión desde el propio IVAM y desde lo simbólico, que construye realidad también.
Ahora mismo te encuentras en un proceso de escucha a nivel interno y con el sector. ¿En qué punto se encuentra esta etapa?
Quiero ser capaz de establecer un diagnóstico para tomar la temperatura del IVAM y, con todo eso, aterrizar mi proyecto de museo en esta realidad. Me encuentro en la fase de diagnóstico, especialmente a nivel interno, y quiero iniciar cuanto antes el que tiene que ver más con el entorno social, con la comunidad, con todo el tejido artístico y cultural y empezar a ver en qué situación nos encontramos para tomar decisiones.
El contrato de dirección abarcará los próximos cinco años. ¿Consideras que son suficientes para reforzar la identidad y prestigio que ha perdido el IVAM? ¿Qué huella quieres dejar de tu gestión?
No lo sé. Obviamente en cinco años me gustaría haber sido capaz de desarrollar mi proyecto de museo, pero sobre todo ese hecho de sembrar que decíamos, que vaya muchísimo más allá de mí, esa es la base de mi proyecto. No quiero que cuando termine mi contrato y tenga que irme, no haya sido capaz de establecer esas líneas para que continúen. Yo creo que los proyectos de dirección realmente deberían ser capaces de pensar en futuros mucho más allá de las direcciones, no funcionar con carácter electoralista. Por otro lado, me gustaría que quienes visiten este museo durante el tiempo que yo esté cambien su forma de ver el mundo gracias a nuestra propuesta.