"Fueron a por mí dentro del partido, dentro de la ejecutiva y de Ciegsa", comenta Miguel Barranca, gerente de la compañía durante la era de Francisco Camps. El también ex secretario de política local del Partido Popular se expresaba en estos términos ayer en su comparecencia en la comisión de les Corts Valencianes que investiga los sobrecostes millonarios en Ciegsa, la empresa pública dedicada a construir centros educativos en la Comunitat y que también está siendo investigada en el caso Taula.
Según Barranca, hubo una persecución contra él, "y con 62 años, a la calle". Él fue el testigo que puso en evidencia al ex secretario autonómico de Educación y consejero de Ciegsa, Máximo Caturla. Avisó a Francisco Camps para informarle de las irregularidades que estaba encontrando en la empresa, y el ex president de la Generalitat le contestó "que estuviera tranquilo, que Máximo era buen amigo suyo". Así pues, Barranca admitió que resultaba "muy incómodo" en Ciegsa, y apuntó: "era el único que quedaba por sacar".
A su llegada, cuenta, Caturla le hacía la vida imposible a su predecesor, García Líberos, y despidió a los técnicos que hasta el momento habían trabajado para la empresa."Los despidió como a perros, algunos estando enfermos", quiso poner de manifiesto.
"Ojala supiera si Caturla ha cogido algún duro, pero no lo he visto ni sé si lo ha hecho", manifestó Barranca preguntado por el cobro de comisiones dentro de la empresa. "Todo se hacía bien hasta que llegó él", denunció, pero después se pasó a actuar a puerta cerrada, "se encerraba en un despacho", todo se hacía de forma "hermética". Ciegsa "se cerró como una caja fuerte" y dentro se quedaron "ciegos".
Así, tras múltiples desencuentros con Caturla, Barranca fue despedido de la compañía pública. Y en 2014, abandonó el Partido Popular después de 30 años formando parte de él. Y lo hizo, en sus palabras, "avergonzado" por los casos de corrupción que se cocían en la formación. En ese sentido, concluyó que volvería cuando "se vaya la basureta".