Escuchar, ser empáticos, no juzgar ni criticar y, jamás, restar importancia a la situación que empuja a una persona a tener ideas suicidas. Estas son solo algunas de las recomendaciones incluidas en el protocolo elaborado por el Ayuntamiento de Quart de Poblet para prevenir el suicidio. Pero, sin duda, uno de los objetivos fundamentales es reducir al máximo el tiempo desde que se detecta un caso de riesgo hasta que un grupo de profesionales especializados de los Servicios Sociales municipales intervienen y ayudan prestando una atención adecuada en los trastornos graves del estado de ánimo y en las situaciones de riesgo de comportamiento suicida.
El protocolo municipal, uno de los primeros de España, también establece la coordinación entre los diferentes servicios de atención a la ciudadanía como policía local, centro de salud, familias y diferentes asociaciones. De esta forma, en cuanto se sospeche o se alerte de un caso de suicidio se garantizará un seguimiento y apoyo y no solo una intervención puntual. De esta forma, si, por ejemplo, la policía local acude a una llamada ante un posible caso, además de saber cómo deben actuar en el momento, darán traslado inmediato a los Servicios Sociales.
La pandemia ha provocado que afloren muchos problemas o cuestiones personales que estaban latentes y que esta situación extrema ha puesto de manifiesto a nivel mundial. El suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte natural en España: 3.941 casos contabilizados en 2020, último año del que hay datos y la mayor cifra de la serie, con un 5,7% de aumento con respecto a 2019.
Las restricciones por el coronavirus han incrementado los trastornos del estado de ánimo y los riesgos de comportamiento suicida, sobre todo en la adolescencia. También en los colectivos de personas con problemas de salud mental, cuya situación ha empeorado durante el confinamiento. La población especialmente vulnerable se ha visto azotada de forma brusca e inesperada por una situación singularmente invasiva e impactante en las condiciones que rigen nuestro equilibrio emocional, personal y social.
Trabajar para la prevención del suicidio es una tarea compleja y dura en la que existen mitos, miedos y el desconocimiento de aspectos esenciales. Hasta el momento el suicidio era un tema tabú porque se pensaba que hablar de él producía un efecto llamada. Sin embargo, se ha demostrado que ocurre todo lo contrario. Se debe visibilizar, sin buscar el sensacionalismo, para concienciar y exponer respuestas. Se necesita la colaboración de familiares y amistades para alertar cuando una persona tiene un problema, algo va mal y así poder actuar, acompañar, entender, saber qué pasa y hacer que se sientan acompañados. También hay que animar a que exterioricen sus problemas y que ofrecer posibles soluciones.
Las ideas suicidas las puede tener cualquiera en un momento determinado y hay que estar atentos a todas las señales. Por ejemplo, en el caso de las personas que tienen entre 12 y 18 años, se han podido evitar muchos casos de suicido porque lo habían plasmado en sus redes sociales.
Hace unas semanas se puso a disposición de todo el mundo, las 24 horas del día y los 365 días del año un teléfono de atención a la conducta suicida. El 024 es gratuito y confidencial y está atendido por profesionales de la Cruz Roja. La aplicación Prevensuic también ofrece recomendaciones para profesionales y personas afectadas. Son dos recursos valiosos y muy necesarios.