El 10 es un número cerrado, una cantidad suficiente como para pensar en balances y, si la aventura es provechosa, sacar conclusiones y especular sobre el futuro. Después del empate a 1 en Riazor, son 10 las jornadas que se han jugado de Liga y es momento de considerarlo.
El Valencia marcha en el puesto 14 de la clasificación, un escalón más cercano al final de la cima que a su punto medio. Como es conocido, los privilegios que entrega el hacer una buena temporada se encuentran en la cima, por supuesto: la Copa de Liga (una quimera), la clasificación a la Champions (un sueño) y a la Europa League (el objetivo).
El Real Madrid, líder con 24 puntos, no duplica los puntos del equipo del Túria. Casi lo triplica. Barcelona, Atlético y Sevilla lo siguen muy de cerca y confirman que el mundo que se vive más arriba, donde antes de esta “normalización” paseaban Las Palmas, es otro muy distinto al de más abajo.Que el Valencia esté a solo un par de puntos de la zona roja y a seis de la clasificación a la Europa League tiene sus causas. El inicio con Ayestarán fue fatal: en las primeras cuatro jornadas fueron diez los goles encajados. Recién en la quinta, con la llegada de Voro, las cosas empezaron a cambiar. Dos triunfos consecutivos y una derrota contra el magnífico equipo del Cholo Simeone.
Ayestarán partió, Voro dejó el banquillo después de traer respiración artificial para sus jugadores y llegó Prandelli. El italiano se estrenó con un triunfo de visita en El Molinón, una derrota imborrable contra el Barcelona y, ahora último, un empate frente al Dépor. La estrategia del experimentado técnico produce ilusión en muchos corazones valencianistas.
Este domingo se vivirá el partido contra el Celta en Balaídos, la segunda visita consecutiva en Galicia. Antes del parón, los blanquinegros podrán sumar contra un equipo que el fin de semana pasado dejó ir un partido que tenía asegurado en Gran Canaria.
Si eso sucede, la zona de descenso y la clasificación a la Europa League se verán a la misma distancia. Y el Valencia podrá, recién ahí, calificarse como un “equipo de mitad de tabla”.