De la fotografía al acoso: historias tras el objetivo en València

Menors denuncien públicament que un fotògraf valencià les assetja. Les queixes s’estenen per la resta d’Espanya

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El movimiento masivo apodado #Cuéntalo en las redes sociales ha dado a conocer múltiples casos de acoso sexual que ya mancha muchos ámbitos. Si la semana pasada algunas políticas valencianas contaron situaciones donde habían sido acosadas por hombres, esta corriente se ha extendido a muchos otros ambientes. Esta vez se ha trasladado al mundo de la fotografía. La cascada de denuncias públicas ha sido desencadenada por una modelo y activista, Margalida María, quien contó a través de su cuenta de Instagram actitudes poco profesionales de un fotógrafo. A partir de entonces, una marea de afectadas se puso en contacto con ella.

Pues bien, el terremoto ha tenido su réplica en la Comunitat Valenciana, concretamente en Mislata, València, donde ha ocurrido algo similar. Todo era silencio hasta que la marea de denuncias ha inundado las redes sociales. El protagonista en estos múltiples casos es un fotógrafo que se hace llamar MK Shooter. Son cerca de una treintena de jóvenes, muchas de ellas menores de edad, las que le acusan de haberlas acosado mediante las redes sociales con fines muy diferentes a los de la fotografía. La estrategia en muchos casos era la misma. El susodicho contactaba directamente con ellas para hacerles una sesión fotográfica, "algo que ya consideras extraño", cuenta una de las víctimas.

'Todo era comentarios llamándome amor, bebé y esas cosas'

Tras la propuesta, varias de las afectadas explican que se volvía "pesado" para hacerles fotos. "Todo era comentarios llamándome amor, bebé y esas cosas, y me hizo sentir súper incómoda desde el principio", y sigue, "me dijo que la sesión tenía que ser en bikini en la playa". "Le dije que no, que la quería con ropa", a lo que MK Shooter respondió que "no había sesión".

En otras ocasiones, la indecencia pasaba por pedirles fotos a las modelos antes de la quedada con el supuesto objetivo de ver la ropa que iban a llevar, e incluso algunas veces les pedía que enseñaran más su cuerpo a través de las fotografías previas. Pero no acababa ahí, se han dado casos en los que el fotógrafo exigía "zings", una práctica que consiste en realizarse fotografías con mensajes escritos en alguna parte del cuerpo, en estos casos alguna zona erótica.

El fotógrafo, además, ofrecía a algunas de ellas participar en un proyecto de carácter supuestamente reivindicativo feminista, que llamaba "The Muse" y que consistía en hacer fotografías a mujeres desnudas o semidesnudas con el objetivo de reivindicar la igualdad de género. "Me lo comentó y me pareció una buena iniciativa", cuenta otra afectada, "en principio acepté pero luego me venían chicas hablando de él y decidí echarme atrás". Esa era la reacción habitual: acabar por declinar la oferta. Pero la insistencia del chico se mantenía más tiempo.

No son famosas. Son adolescentes y usuarias habituales de las redes sociales. En Instagram, el fenómeno influencer ha convertido la fotografía de retrato y las sesiones fotográficas en una práctica muy habitual. Personas que se dedican a disparar y personas que quieren ser plasmadas de forma artística. No es extraño encontrar menores en ambos grupos. Y en ese sentido, redes sociales como Instagram se han convertido en un campo proclive a este tipo de actividades peligrosas.

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