“The Expanse”, mucho más que una space opera

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La ciencia ficción ha tenido tanto tiempo para desarrollarse que también ha cultivado subgéneros. Uno de ellos es el space opera, un concepto acuñado en los ‘40 por el escritor Wilson Tucker, y que hasta hoy se refiere a aventuras que suceden en un contexto espacial y futurista en donde también puede haber romance y situaciones límite.

The Expanse podría ser una space opera, pero es mucho más que eso. Basada en las novelas de James S.A. Corey —seudónimo de dos escritores distintos— esta serie cuenta la historia del detective Miller (Thomas Jane) alrededor del año 2200, quien se obsesiona con hallar a la desaparecida Juliette Mao (Florence Faivre), probablemente ligada a la APE, las facciones radicales de los centurinos.

¿Centurinos? Sí, los que habitan en el cinturón de Kepler, clases inferiores que han nacido fuera de la Tierra, seres condenados a crecer con músculos estirados por la gravedad y en un lugar relegado del Sistema Solar.

Porque en The Expanse, disponible en Netflix, nuestro mundo y Marte son dos repúblicas con objetivos distintos. Mientras los terrícolas son protegidos por la ONU y quieren el poder y el orden de su entorno, los marcianos sueñan con tener un medioambiente apto en su planeta. Esto podría generar una guerra que Chrisjen Avasarala (Shohreh Aghdashloo), ejecutiva del organismo internacional, intenta evitar a lo largo de los capítulos.

Estrenada en diciembre de 2015 y en el curso de su segunda temporada, esta serie también tiene a un héroe: James Holden (Steven Strait), en principio oficial del carguero de hielo Canterbury y luego capitán de la Rocinante, una nave con una tripulación multidisciplinar como la de Startrek que se verá implicada en todo este enredo de inteligencias superiores y seres humanos intentando aniquilarse.

Una producción que hasta el momento no ha sonado como debería, pero imperdible para aquellos que hayan gozado con las historias de Bradbury y películas como Moon o Solaris.

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