Llevamos ya varias semanas en las que el choque de trenes no ha frenado sino todo lo contrario. Aquí no hay un solo culpable y todos deben asumir parte de la responsabilidad de llegar a esta situación. Sin duda, ha fallado la política, la falta de diálogo por ambas partes y que ha llevado a la ruptura en dos de la sociedad catalana. Estos últimos días hemos visto grandes movilizaciones, manifestaciones en las calles donde se reclama el derecho al voto.
Esa sociedad catalana tiene todo su derecho a expresarlo pero es cierto que hemos llegado a una situación de ilegalidad al cuadrado. Hemos llegado a ver compañeros de otros medios de comunicación recibir gritos, insultos y apenas poder desarrollar su trabajo, el derecho a la información. Por otro lado, hemos visto entrar en medios de comunicación, en imprentas, en una operación nunca antes vista en la democracia española.
Está claro que estamos viviendo el momento más difícil que la democracia española ha vivido desde ese 23 de febrero de 1981. Nuestra Constitución, nuestra Carta Magna, se está quedando obsoleta. Hay que revisarla, hay que actualizarla pero antes de ello, es necesario un cambio de rumbo de nuestros dirigentes políticos. Es el momento de poner fin a esta situación que ha evidenciado la carencia absoluta de diálogo. España y por ende, Cataluña están ocupando las portadas de medios internacionales ante la inoperancia de nuestros dirigentes.
No me atrevo a aventurar lo que viviremos el próximo 1 de Octubre. Pero estoy seguro que ante todo se confirmará una ruptura en nuestra actual democracia que debe empezar a trabajar para buscar fórmulas de convivencia entre los distintos territorios, donde todos, y digo todos, tenemos unas particularidades propias de nuestra historia y es necesario volver a encajarlas. Esta reforma no será cuestión de 1 día, dos o tres, pero sí que es el momento necesario y vital para empezar a trabajar en ello. Pase lo que pase el 1 de Octubre, hay que pensar en el 2 de Octubre.