¿Qué es el SDDR?

Una pràctica molt similar al SDDR, ‘tornar el casc’, ja existia a Espanya als anys 80

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Corrían los años 80 en España. Envases de vidrio vacíos iban por las calles, de la mano de sus últimos usuarios, de camino de vuelta a sus tiendas de origen. Pocas eran las botellas que acababan abandonadas, y ninguna la que duraba hasta el día siguiente, pues recogerlas era uno de los entretenimientos infantiles a cambio de unos duros, contribuyendo al medio ambiente de la manera más inconsciente posible.

'Devolver el casco', así se llamó a esta práctica basada en el retorno de los envases de vidrio para recuperar el depósito cobrado anteriormente.

Sin embargo, en un panorama tan cambiante como el de las últimas décadas del siglo XX, este modelo empezó a debilitarse. El principal motivo de rechazo por parte de la sociedad aludía a su incomodidad: cargar con los envases de vidrio hasta la tienda era, de repente, toda una tortura. Esta súbita pereza tenía su razón de ser, y es que era una respuesta a la nueva práctica que estaban adoptando las empresas cuyos productos requerían envases: mostraban como principal ventaja el no tener que devolver el recipiente y, por tanto, su abaratamiento por la eliminación del depósito. La desaparición casi masiva de la venta a granel también hizo proliferar el envasado de productos que hasta el momento no lo habían necesitado.

Y así empezaba el cambio de envases rellenables – en refrescos, agua, cerveza – a recipientes de un solo uso, omnipresentes a día de hoy. Ya se sabe: de aquellos polvos, estos lodos.

Actualmente, en España se consumen a diario más de 50 millones de envases de bebida de uso único. De estos, solo 3 de cada 10 son recogidos selectivamente por el Sistema Integrado de Gestión (SIG). Como consecuencia, cada día 28 millones de estos envases se incineran, vierten o abandonan en el medio ambiente.

EL SDDR, POSIBLE SOLUCIÓN A ESTA SITUACIÓN

Hace más de 5 años que la asociación Retorna propuso el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno, dado el ineficiente sistema de gestión de residuos en España.

El SDDR consiste, en líneas generales, en un proceso cíclico. Se inicia con la compra de un producto envasado por parte del cliente, al precio del cual se añade un importe (céntimos) en concepto de depósito del envase. De esta forma, una vez consumido, el recipiente se devuelve al establecimiento o en puntos habilitados para ello, con la recíproca devolución del importe previamente pagado al cliente.

El destino de estos envases son las plantas de reciclaje. En el caso de las máquinas de recogida automática, la ventaja reside en la compresión y separación mecánicas de los productos. El precio del material resultante de este proceso, tomando como referencia a los países que lo realizan, "genera hasta cuatro veces más beneficios que en España", según datos de la organización Retorna.

La clave está en la posibilidad de fabricar, una y otra vez, el mismo producto que en el origen. Esto significaría pasar del 30% de recuperabilidad actual de los envases, a niveles de recuperación similares a los que presentan los países con SDDR implantado, como más del 90% en Alemania.

COMUNITAT VALENCIANA, UN DIFÍCIL CAMINO HACIA EL SDDR

En 2016, la Generalitat Valenciana anunció su voluntad de recuperar el tradicional sistema de 'devolución del casco' mediante la implantación del SDDR. Su intención era clara: este modelo debería estar operativo en 2018.

Sin embargo, el campo de batalla que se ha abierto desde entonces ha provocado un estancamiento del proyecto. Las presiones vienen en general de los principales detractores, como son las grandes superfícies, los comercios, los distribuidores o las industrias. Sin ir más lejos, el pasado mes de marzo, la organización que gestiona actualmente en España la recogida y el reciclado de envases de vidrio, Ecovidrio, expresaba que, si se ponía en marcha el SDDR, no podría invertir los más de 26 millones de euros pensados para la Comunitat hasta 2020.

Solo en la Comunitat Valenciana consumimos a diario alrededor de siete millones de envases de un solo uso, de los cuales cinco van a parar al medio ambiente, al mar o a vertederos. Este es un problema en el que debe implicarse todo el conjunto de agentes participantes: ayuntamientos, universidades, comerciantes, envasadores, distribuidores y la sociedad civil. La solución no es sencilla, pero sí urgente. Trabajar unidos por un objetivo común, como es la protección de nuestro medio ambiente, dejando de lado intereses particulares, es la única manera de conseguirlo.

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