Por cada conductor que conduce bajo los efectos del alcohol tres lo hacen tras haber consumido otras sustancias ilegales

El 12% de los conductores sometidos a un control de tráfico durante el pasado año dio positivo en drogas. Las más presentes fueron cannabis (7.5%) y cocaína (4.7%)

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La profesora en el Máster Universitario en Prevención en Drogodependencias y otras Conductas Adictivas en la Universidad Internacional de Valencia VIU, María Francisca Carvajal Ruiz, destaca en su artículo sobre “Drogas y conducción, responsabilidad informada” que “Por cada conductor que conduce bajo los efectos del alcohol, entre 2 y 3 lo hacen tras haber consumido otras sustancias ilegales”.

La experta de la VIU resalta que “este no es un problema nuevo”, según el “Estudio de Prevalencia de consumo de alcohol y drogas” (EDAP) de la Dirección General de Tráfico (2016), el 12% de los conductores sometidos a un control de tráfico dio positivo en drogas. Las más presentes fueron cannabis (7.5%) y cocaína (4.7%), seguidas por el alcohol (2.6%).

En este sentido indica que “observamos como la prevalencia de conducción bajo el efecto de drogas ha empezado a sobrepasar a la de conducción bajo el efecto del alcohol, debido, principalmente, a la baja percepción de riesgo que tienen los conductores respecto al efecto de otras drogas, diferentes al alcohol, sobre la conducción”. De hecho, casi un 20% de los conductores reconoce haber conducido en alguna ocasión creyendo que podrían dar positivo en caso de ser sometidos a control de drogas.

Por ello, titulares que estamos encontrando en los medios de comunicación como: “detienen a un conductor implicado en un accidente mortal en la N-340 por haber consumido drogas”, “Muere un matrimonio en un accidente provocado por un conductor que da positivo en alcohol y drogas”, “Detienen a un conductor drogado tras atropellar mortalmente a un ciclista en la misma carretera de Oliva donde murieron otros tres en mayo”… han vuelto, desgraciadamente, a la palestra.

La experta de la VIU explica que “los conductores implicados en los accidentes desconocen los efectos de las drogas ilegales sobre su capacidad de conducción; por ejemplo, no saben que el uso de cocaína les lleva a sobrevalorar sus propias capacidades al volante, cuando en realidad lo que está ocurriendo es que sus tiempos de reacción ante la aparición de un obstáculo son mayores, tienen menos capacidad perceptiva, además de conducir de manera más imprudente e impulsiva, realizando, por ejemplo, maniobras temerarias que pueden tener consecuencias gravísimas tal y como hemos visto”.

“Por otro lado, -continúa- los conductores generalmente ignoran que en el caso de la combinación de drogas y alcohol se multiplica (y no se suma) el efecto perjudicial sobre la capacidad de conducción”. Con el fin de evitar que esto ocurra, desde la comunidad científica “se debe trabajar para que llegue a la sociedad información veraz y contrastada del efecto de las drogas sobre la capacidad de conducción y su relación directa con el riesgo de sufrir un accidente”, añade.

CONSUMO DE DROGAS Y ACCIDENTES MORTALES Nadie puede negar que el consumo de drogas tiene una clara incidencia sobre la seguridad vial y está muy presente en los accidentes de tráfico más graves, es decir, aquellos que conllevan la muerte. Según datos de un informe del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (2015), en España casi el 43% de los fallecidos en accidentes de tráfico dio positivo en alguna droga; de los que un 67% dio positivo al alcohol, un 30% a drogas ilegales (principalmente cocaína y cannabis) y más del 26% había consumido psicofármacos.

Así, debido a que el consumo de alcohol y otras drogas al volante tiene un elevado coste en vidas humanas la Unión Europea y España plantean la necesidad de políticas activas para evitar esta lacra. En el caso de España, en noviembre de 2010 se aprobó el Plan Estratégico de Seguridad Vial 2011-2020 donde se incluye la conducción bajo el efecto del alcohol y otras drogas como un objetivo prioritario (DGT, 2010).

Sin embargo, en comparación con los estudios que abordan el tema de la conducción bajo la influencia del alcohol, aquellos sobre la conducción bajo los efectos de drogas están apenas comenzando.

En los últimos 20 años el consumo de alcohol al volante era un problema importante en nuestra sociedad. Durante todos estos años se hizo mucho hincapié en que conociéramos los peligros de conducir bajo los efectos del alcohol. Sin embargo, esta realidad está cambiando y drogas como la cocaína o el cannabis han tomado el relevo del alcohol y por lo tanto, debemos saber reaccionar a tiempo.

Queda mucho por trabajar en este tema con el fin de poder desarrollar políticas públicas y programas de prevención efectivos para la conducción bajo el efecto de estas drogas. En este sentido, se debería tomar como referente aquello que se ha aprendido en relación a la prevención del consumo de alcohol al volante. Por ejemplo, de estos programas hemos aprendido que las políticas para restringir la conducción bajo el efecto del alcohol son muy eficaces (Herring et al., 2010) mientras que otras como el conductor designado/alternativo o las intervenciones “de iguales” en el ámbito escolar/universitario no lo son tanto (Babor et al., 2010).

En los próximos años, la comunidad científica deberá afrontar diferentes retos como reforzar las acciones de control de la norma (valorar la posibilidad o no de establecer límites de consumo, sanciones económicas y/o retirada del carnet, incrementar los controles de drogas, …), implementar y evaluar estrategias de sensibilización y concienciación con el fin de formar y educar en seguridad vial, llevar a cabo programas de detección, rehabilitación y reinserción de conductores reincidentes en conducir bajo la influencia de droga.

Si no actuamos a tiempo, el problema puede agravarse. Recientemente, un grupo de investigación sueco concluyó que casi la mitad de los conductores fallecidos en accidente de tráfico y que daban positivo en consumo de anfetamina, habían sido sancionados previamente más de 4 veces. Esto nos hace ver la necesidad de intervenir de forma temprana con los conductores que conducen bajo el efecto de las drogas. Todo ello con el fin último de conseguir reducir el número de accidentes de tráfico que se producen cada año en las carreteras españolas como consecuencia del consumo de alcohol y otras drogas.

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