Opinión

No me agredas, no te agredas

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A pesar de que las estadísticas policiales confirman que no se aprecian incrementos en las agresiones al patrimonio histórico de la ciudad, lo cierto es que en los últimos meses diversos actos delictivos hacia nuestros monumentos históricos protegidos nos han encolerizado.

En algunas ocasiones, como aquellas resultantes de accidentes de tráfico, las agresiones han resultado fortuitas, al no existir intencionalidad; en otras, sin embargo, los ataques, especialmente en forma de pintadas, han sido de lo más intencionados.

Resulta difícil de entender que alguien pueda recrearse autoagrediéndose. En términos médicos, las autoagresiones responden principalmente a trastornos psicológicos. En términos delictivos, comparablemente, las agresiones al patrimonio deben sin duda responder, entre otros motivos, a una falta de amor propio. Y es que agredir a nuestro patrimonio es agredirse a uno mismo, es agredirnos a todos.

Afortunadamente, las agresiones no quedan impunes. Contra los actos vandálicos se requiere mucha educación, pero también control policial, detenciones y, posteriormente, aplicación de las condenas que marca la ley. Por suerte, disponemos de grandes profesionales en los cuerpos y fuerzas de seguridad y hace unos días nos llegaba información de una detención por un acto vandálico que, por la coincidencia tipográfica, se ha podido vincular al agresor con algunos delitos contra el patrimonio histórico de la ciudad.

Ninguna agresión debe quedar sin respuesta y, para ello, ¿qué hacer? Como ya se ha dicho, el control policial resulta primordial e indispensable. A su vez, paralelamente desde Cultura, hemos puesto en marcha el “Plan de Recuperación del Patrimonio”, una inversión continua para rehabilitar cada uno de los elementos patrimoniales que durante años yacían en el más absoluto abandono. Un plan que, priorizando el valor patrimonial, el grado de los daños y la peligrosidad, va revirtiendo la salud de nuestras esculturas y monumentos.

Un Plan que se complementa con otras acciones como:

  • una apuesta decidida por la vigilancia, con una importante inversión económica, que ha hecho posible, por ejemplo, que por primera vez la Lonja disponga de vigilancia 24 horas;
  • Un servicio rápido de actuación en la limpieza, que revierte en pocas horas los ataques con pinturas;
  • Un remanente para inversiones de urgencia, solicitado en Junta de Gobierno, para evitar los largos meses de espera en la reparación de los daños;
  • O un trabajo coordinado con la delegación de Policía, para solicitar a la Delegación del Gobierno la implantación de cámaras en siete monumentos BIC municipales, con carácter disuasorio.
Al fin y al cabo, un trabajo serio y atento que requiere para ser más exitoso de una importante concienciación ciudadana.

El patrimonio de una ciudad es aquello que la define y la diferencia de otras ciudades, aquello singular que nos explica su pasado y su historia y cómo ha llegado hasta hoy.

Cuidar de él es cosa de todas y todos. Si agredes nuestro patrimonio, nos agredes a todos, te agredes a ti.

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