El infierno valencianista

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Lo que pasó el domingo noche era esperable, pero no por eso menos impactante. Con la novedad de Munir y Medrán en el plantel titular, el Valencia ganaba por 2-1 al final de la primera parte con goles de Rodrigo y el cordobés fichado este verano. Se marchaba a vestuarios con una tranquilidad que se les hacía difícil de absorber.

En el segundo tiempo, el equipo de Juande Ramos salió con todas sus armas a buscar el partido. Su posición cercana a los puestos UEFA Europa League así lo merecía y esa era la mayor urgencia en los pies de jugadores como Fornals y Ontiveros. Sin embargo, los del Túria no se escondieron; defendieron con pasión.

Pasaban los minutos y en Mestalla se sentía una especie de clamor interior reflejado en un nerviosismo que fluía en el aire otoñal, algo así como un “por fin ganaremos, después de tanto ganaremos”. Los minutos avanzaban mientras Mangala, Garay e incluso los de más arriba se volcaban en las zonas bajas para no dejar pasar a los andaluces.

Los minutos finales de los primeros y segundos tiempos y el tiempo añadido es el infierno de los che. Contra el Celta en Balaídos fue Guidetti el que rompió el 1-1 en los 77’; al enfrentar al Sevilla de Sampaoli, el gol de Nicolás Pareja en los 75’ empañó la fiesta y también provocó un 2-1.

Contra el Granada, el gol del oponente de turno llegó al final del primer tiempo en una iluminación de Carcela. La conquista de Nani al principio del segundo tiempo no fue suficiente para conocer el triunfo en Mestalla.

Volviendo a lo anterior… el domingo contra el Málaga los minutos se abalanzaron y el duelo estaba ganado. Cuando todo Mestalla aplaudía el buen juego de sus jugadores, despedía a un Parejo sustituido por primera vez en bastante tiempo y la afición pensaba que empezarían la semana con una buena noticia, aparecieron los demonios. Todos se llamaban Pablo Fornals.

El joven formado en la academia malagueña terminó el partido como empezó, como si de la mismísima orden del árbitro se tratara. Cuando no quedaba ni un solo segundo, se acordó del gol que hizo en el minuto 3. Así, recibió el balón y venció a un Diego Alves que —como todos sus compañeros— se llevó las manos al rostro y sintió lo que sintió todo valencianista aquella noche maldita.

El infierno de los valencianistas son los minutos críticos de cada duelo. Esa incapacidad solamente se gestiona con psicología y resistencia deportiva y, por lo tanto, entereza. Si Prandelli no quiere sufrir más, es necesario entender que hay algo urgente que hacer en el dominio mental del grupo.

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