Opinión

Las contradicciones y rectificaciones de Ribó

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La falta de rigor, los bandazos, los despropósitos y las improvisaciones han sido la nota dominante en la gestión del alcalde Joan Ribó. Un alcalde que ha asumido el populismo como bandera y condiciona sus decisiones en función de su interés político y no en beneficio de los valencianos.

Ribó se ha visto obligado a cambiar muchas de las medidas que ha puesto en marcha. En algunos casos, como el más reciente en el que quería modificar el Reglamento del Pleno para que los concejales del gobierno municipal pudieran seguir cobrando durante dos años el sueldo del Ayuntamiento después de dejar sus cargos, la presión social le ha hecho rectificar en contra de su voluntad política, que era la blindar su salida y la de sus compañeros del tripartito con un privilegio inadmisible y que tiene un dudoso encaje legal.

Los numerosos y estrepitosos cambios de proceder del alcalde, han provocado incertidumbre, inseguridad jurídica y que proyectos importantes para la actividad económica de Valencia se ralentizaran o pararan, como el hotel en la Marina, la implantación de la Universidad Europea en el Cabanyal ola ZAL del puerto. Algunos de sus disparates también ha creado, lamentablemente, falsas expectativas como cuando dijo que quería convertir el Veles e Vents en un centro de recogida de refugiados o cuando afirmó que en Valencia no habría más desahucios.

El tripartito dirigido por Ribó dice que entre sus principales objetivos está la pacificación del tráfico. Pero la realidad es bien distinta. Moverse en coche o andando en muchas zonas de Valencia resulta ahora una verdadera odisea. La última medida, la eliminación de las pasarelas de la avenida del Cid, adoptada sin contar con la opinión de vecinos y en contra del criterio de la Policía Local, es la prueba manifiesta de que en lugar de traer la paz a la circulación, el actual Ayuntamiento ha traído más atascos, más contaminación y un cabreo en aumento de los valencianos.

Después de tres años, ha quedado patente que la gestión de Ribó y su equipo tripartito no está a la altura de las dimensiones e importancia que tiene Valencia. Los huertos urbanos pueden ser una opción válida para aprovechar algún solar, pero ni generan ilusión en los vecinos nipueden ser parte fundamental del proyecto de una ciudad que siempre debería aspirar a ser una urbe de referencia en el Mediterráneo por su modernidad, por las oportunidades que ofrece y por sus tradiciones e historia.

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