La Alquería Torrentí de San Marcelino, una seña de identidad valenciana

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En las últimas décadas, han ido perdiendo interés y, por tanto, se han quedado en el olvido los paisajes culturales de la Comunitat Valenciana, como por ejemplo el patrimonio histórico de l'Horta que, a pesar de ser 'único en el mundo', está sufriendo un gran deterioro.

En este sentido, alrededor del 72% de las alquerías o barracas tan típicas de nuestra tierra, lejos de estar conservadas, se encuentran en un estado ruinoso.

Estos elementos históricos están repartidos en 30 municipios, siendo Valencia la ciudad que, debido a su superficie, cuenta con un centenar de edificios patrimoniales, entre los que destacaría por su buena conservación y utilización el monasterio de San Miguel de los Reyes, considerado Bien de Interés Cultural y, además, sede de la Biblioteca Valenciana. Pero además, esta ciudad también cuenta con algunas de las mejores barracas que quedan en l'Horta.

Sin embargo, muchos de estos edificios típicos han desaparecido debido no solo al abandono, sino también a la demolición para dejar paso a nuevas construcciones. Ese ha sido el caso de muchas de las barracas y alquerías que se alzaban donde ahora se encuentra el Centro Comercial El Saler o, por ejemplo, donde se construyó la Zona de Actividad Logística del Puerto de Valencia (ZAL), que supuso, en los años 90, la desaparición de 70 hectáreas de la huerta valenciana en la Punta.

Y por este motivo, es necesario conservar y dotar del valor que merecen aquellos edificios antiguos que aún se mantienen en pie. Este es el caso, de la conocida Alquería del Torrentí o Casas del Barón, situada en el barrio de San Marcelino.

Esta alquería, que data del siglo XVII, está formada por cuatro viviendas, dos de la cuales, actualmente, siguen estando habitadas. Este edificio de propiedad privada, y que se encuentra en un estado regular de conservación, todavía mantiene en la fachada una vieja losa de cerámica con el nombre de la antigua calle: <<Trast 6, 2, Camino Real de Madrid>>. Una nomenclatura para numerar los pocos edificios que había en la zona hace ya varios siglos.

Es la última alquería que se conserva en este lado de Valencia. Y a pesar de haberse sustituido los campos que la rodeaban por bloques de edificios, todavía transmite vida y, sobretodo, recuerdos de otros tiempos.

¿El avance de la civilización significa perder nuestro patrimonio histórico? Debemos crear un equilibrio y concienciarnos de la importancia de mantener y cuidar aquellos elementos que, como esta alquería, forman parte de nuestra seña de identidad.

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