El XV Certamen de Narrativa Breve que este año ha tenido por lema "Mujeres que transforman el mundo, mujeres en la ciencia" y que organiza la concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Valencia con motivo del 8 de marzo ya tiene su veredicto. El primer premio ha recaído en el alemán residente en Carcaixent, Franz Kelle, con el relato "Pare: Plou", el segundo premio se lo ha llevado la periodista Anna Boluda, de Valencia ciudad, con el relato "Tocar el cel amb les mans" y el tercero ha sido para Eva Garrido y su obra "la princesa de los paralelogramos", natural también de Valencia ciudad.
"Por primera vez el jurado del certamen lo han formado personas reconocidas en el campo de la literatura y que además provienen del mundo de la universidad o del periodismo, por lo que ponemos en valor estos premios que en esta edición reconocen y visibilizan las aportaciones de la mujer en aspectos como la ciencia, la investigación y la tecnología", ha dicho la concejala de Igualdad, Isabel Lozano.
Los tres relatos premiados -de los 50 que se han presentado- tratan temáticas variadas pero todos tienen en común el rasgo de destacar una figura femenina clave en cambios que hacen avanzar la sociedad. Así, "Pare: Plou" habla de una chica que vive en una granja familiar y decide estudiar ciencias físicas para dar una solución a los problemas de sequía que sufren en la instalación y que finalmente consigue paliar con un invento que genera la ansiada lluvia.
El relato "Tocar el cielo con las manos" nos acerca un caso real, el de Amelia Ortiz, que trabaja como divulgadora en el Observatorio de Astronomía de la Universidad de Valencia y que mediante el Aula del Cel lleva la astronomía a las escuelas y las personas ciegas, ya que es la primera instalación del mundo adaptada para personas con problemas de visión.
El tercer premio, "La princesa de los paralelogramos", nos habla de la historia de Ada Lovelace, que vivió en la primera mitad del siglo XIX y fue la primera programadora en la historia de computadores. Era una matemática y física que colaboró con Charles Babbage en el diseño de una máquina analítica capaz de resolver ecuaciones diferenciales y que tuvo una vida muy peculiar.