Etnologia retrata la muerte como instrumento de memoria y recuerdo familiar

Xavier Rius: «Aquesta exposició recupera i convida a reflexionar sobre una realitat que s’ha dut a terme en la nostra societat»

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En la época en que nace la fotografía, en 1839, la sociedad occidental mantenía un diálogo estrecho con todo lo relacionado con la muerte. En este contexto, el Museu Valencià d'Etnologia, dependiente del Área de Cultura de la Diputació de València, ha presentado la muestra Imágenes de muerte. Representaciones fotográficas de la muerte ritualizada. Una exposición en la que, a través de 90 fotografías originales, se aborda cómo la tradición del retrato de difuntos fue una práctica que se vinculó con el rito funerario de forma casi natural y espontánea, buscando conservar la última imagen de un ser querido. Una costumbre que se ha prolongado hasta nuestros días.

«Con esta propuesta hacemos nuestro el lema promovido por el Consejo Internacional de Museos (ICOM): Museos e historias controvertidas. Decir lo indecible en los museos», ha reconocido el diputado de Cultura, Xavier Rius. «Se aborda un tema que para un cierto público puede suscitar controversia, pero es una finalidad de los museos de la Diputació recuperar, mostrar y reflexionar sobre una realidad que se ha llevado a cabo en nuestra sociedad».

El director del Museu Valencià d'Etnologia, Francesc Tamarit, ha reconocido que se trata de una exposición «que aborda cuestiones poco habituales en los museos», pero sin embargo ha recordado que la muerte «constituye un tema central de la antropología europea. Un hecho que, por sí mismo, ya justifica la realización de esta exposición». En este sentido, Francesc Tamarit ha explicado que Imágenes de muerte«pretende invitar al público a reflexionar sobre cómo han cambiado las formas de relacionarse el ser humano con la muerte. Como era esta relación en la cultura tradicional y como lo es en nuestros días», ha subrayado. «Vivimos en una sociedad donde la muerte es un tema tabú. Tendemos a negarla y a ocultarla, y eso nos distancia enormemente de la sociedad más tradicional, donde esta formaba parte de la cotidianidad. Afrontar la muerte nos ayudará a vivir en mayor plenitud», ha enfatizado Tamarit.

Esta muestra está comisariada por Virginia de la Cruz Lichet, especialista en fotografía postmortem y autora de la monografía El retrato y la muerte. «Imágenes de muerte no persigue acercarse a la vertiente más macabra o tétrica de la muerte, sino mostrar fotografías encargadas por padres, madres y familiares por amor, para mantener vivo el recuerdo y el rostro de los seres más queridos y poder incorporar este retrato al álbum familiar», ha indicado. «La muerte forma parte de la vida y para poder soportarla hay que enfrentarse a ella», ha concluido la comisaria.

Instantáneas de 1840 al 2017

La muestra señala la evolución tipológica y cronológica de esta práctica, presentando piezas del territorio valenciano, de la costa mediterránea, junto con algunos ejemplos europeos y americanos que permiten dar, por un lado, una visión de las particularidades de este tipo de retratos en el territorio; pero también las similitudes que encontramos en este género retratístico, cualquiera que sea su lugar de procedencia. Porque al final, la muerte está en todas partes y la inquietud del ser humano frente a ella ha estado presente desde el momento en que éste ha sido consciente de que toda vida llega a su fin, estableciendo así un culto a la memoria que ha variado según las épocas.

Imágenes de muerte. Representaciones fotográficas de la muerte ritualizada se compone de 90 fotografías originales fechadas entre la mitad de siglo XIX y los años 70 del siglo XX, además de incorporar una instantánea muy reciente, del mismo año 2017. Mediante el conjunto de estas fotografías, procedentes de las colecciones de José Huguet Chanzá, Javier Sánchez Portas, Julio José García Mena y la misma Virginia de la Cruz, se pretende demostrar la manera en que esta práctica se inserta en el rito funerario. Una forma de proceder que se ha ido adaptando al paso del tiempo y que sigue vigente en nuestros días.

La exposición se organiza en torno a cuatro bloques temáticos: "La dormición del niño", que atiende al tratamiento fotográfico de los albaetsdifuntos, primero para conseguir apariencia de vivos y después para asimilarlos a ángeles dormidos. En segundo lugar, "La muerte esperada", la cual habla de la imagen de los muertos adultos. En "El último retrato de familia" se aborda la fotografía de grupos familiares alrededor del cuerpo sin vida; y "Narraciones de la muerte", finalmente, sobre el ritual del entierro, el cortejo funerario y las prácticas de pésame.

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