Los caminos de la seda, una ruta por el patrimonio valenciano

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La historia de Valencia está muy relacionada con la seda, desde las moreras para la cría del gusano que produce este largo y fino hilo hasta los talleres artesanales para la elaboración textil, pasando por la Llotja, Palau Tamarit o el Colegio del Arte Mayor de la Seda. Además de estos edificios emblemáticos vinculados a la seda, la elaboración de la cual fue desde el siglo XV al XVIII un motor económico, en la ciudad encontramos numerosas referencias vinculadas en la fabricación de este tejido, desde indumentaria expuesta en los museos o pinturas donde los personajes representados aparecen vistiendo lujosos tejidos de seda, hasta antiguas casas obrador que se dedicaban a la confección textil, pasando por la “historia viva” que se mantiene en el barrio de Velluters.

Para dar a conocer este importante legado, que sigue vivo en los ricos tejidos de los vestidos de fallera, CaminArt retoma este sábado 15 de octubre la ruta “Los Caminos de la Seda”, que puso en marcha por primera vez a junio después de la rehabilitación y apertura como museo del Colegio del Arte Mayor de la Seda.

De hecho, el punto principal de esta “ruta de la seda valenciana” es la visita al Colegio del Arte Mayor de la Seda, sede del gremio de velluters, un nuevo atractivo cultural y turístico de gran relevancia para la ciudad, como demuestra la gran cantidad de visitas registradas a lo largo de estos meses. Se trata del mejor lugar para descubrir el arte de la seda, gracias al amplio patrimonio conservado, esbozos, cartonajes, espolines y tejidos de seda, además de paneles cerámicos y murales de gran valor artístico. Un obrador de seda con telares y utensilios propios del oficio recrea la manera de trabajar del siglo XVIII.

Gran parte del recorrido transcurre por las calles del barrio de Velluters, centro de la actividad sedera, donde pueden encontrarse importantes referencias a esta industria. Además del Colegio del Arte Mayor de la Seda, destaca el Palau Tamarit, antigua casa familiar de maestras y empresarios de la seda del siglo XVIII que ascendieron desde las capas sociales más humildes hasta el rango nobiliario gracias a este negocio. La actividad de la sedería se realizaba en los pequeños talleres instalados en las mismas casas, donde se colocaban los telares. En el barrio tan sólo han quedado algunos ejemplos de estas antiguas casas taller.

También existen referencias más recientes, que se mostrarán en la Ruta de la Seda, como el mural de la plaza de la Botxa, el más grande de Valencia, que, promovido por las asociaciones del barrio, representa el pasado de Velluters vinculado a la seda. Esta no es la única acción que refleja que los orígenes de la seda todavía siguen muy presentes entre el vecindario, puesto que actualmente las asociaciones vecinales y culturales del barrio organizan una recreación teatral, que finaliza en la plaza de Pilar con el encendido de la tradicional hoguera, para recordar el Motín de Velluters, la revuelta de los trabajadores de la seda que tuvo lugar el 21 de enero de 1856 como consecuencia de la grave crisis económica del sector.

La ruta “Los Caminos de la Seda” no podía acabar sin la visita a la Llotja, único edificio de la ciudad declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y que representa mejor que ningún otro el esplendor del comercio y de la industria de la seda en Valencia a partir del siglo XV. Entre sus muros se formalizaban las principales transacciones comerciales entre los mercaderes. Parte de la financiación para la construcción fue aportada por el Gremio de Velluters.

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