Opinión

Los animales con los que compartimos ciudad

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Una ciudad no es solo sus calles, sus edificios o sus gentes. Una ciudad está también compuesta, entre otros, por cada uno de los seres vivos que la comparten con nosotras, las personas.

Desde los inicios del pensamiento el antropocentrismo arraigado en las sociedades lamentablemente ha facilitado la creencia de la supremacía del hombre sobre la mujer, de algunas razas humanas sobre otras o del hombre sobre otras especies. De esta concepción derivan consecuencias inaceptables como el machismo, el racismo o la dominación del ser humano sobre el resto de los seres vivos.

Con el paso de los años, a medida que la sociedad evoluciona, afortunadamente vamos tomando conciencia acerca de los valores de igualdad. Pero la necesidad de beneficiar al conjunto de los seres vivos y visualizar los territorios como espacios compartidos con distintas especies no humanas es un aspecto que todavía tiene un largo camino por recorrer.

Dentro de las distintas sociedades los humanos no tenemos la misma percepción hacia unos que hacia otros. Generalmente en sociedades como la nuestra los animales domésticos despiertan mayor respeto que los que no lo son. Esta diferenciación se explica en función a relación con nosotros, los humanos. Volvemos al antropocentrismo.

Pero favorablemente, cada vez más, el reconocimiento del estatus moral de los animales amplía el punto de mira y nos lleva a considerar la necesidad de, independientemente de la especie, valorar la vida de todos los animales no humanos.

El hecho anteriormente comentado de compartir territorio con ellos nos lleva a la idea de dotar a los animales no humanos del estatus de ciudadanos, dado que son seres sintientes y no meros productos instrumentales. Pero a todas luces aún no se les reconoce como miembros plenos de una comunidad, pese al avance en el reconocimiento de su necesidad de recibir un trato justo.

Cohabitar un territorio, en nuestro caso una ciudad, puede y debe ser una razón más para llevar a cabo una reflexión que nos permita avanzar en el trato hacia ellos, los animales no humanos. Al cohabitar en un mismo territorio se producen relaciones inevitables, pero debemos trabajar para que estas partan de la base del respeto y la igualdad, en un marco de derechos que proteja su vida y su integridad.

En la Concejalía de Bienestar Animal del Ayuntamiento de València somos conscientes de la necesidad de avanzar en esta línea, todo un largo camino por recorrer que dota de sentido la creación de una concejalía que pretende poner fin a años de abandono y desidia por parte del anterior gobierno del Partido Popular.

Al respecto unas de las medidas más punteras que hemos podido implantar hacia aquellos animales no domésticos con los que compartimos ciudad son las de control de la avifauna de forma respetuosa con los animales. Si echamos la vista atrás, hasta la creación de la Concejalía de Bienestar Animal, miles de aves, especialmente palomas, eran sacrificadas cada año sin distinción de las maneras más crueles posibles. Animales que eran considerados plagas y que no merecían la más mínima consideración por parte de los responsables políticos del momento. Estos sacrificios masivos volvían a poner sobre la mesa esa realidad antropocéntrica que no consideraba a estas aves seres sintientes dignos de respeto.

Años, o más bien décadas, de métodos desalmados, que ahora revertimos con un trabajo pionero, inversión y medidas ejemplares como el suministro de piensos esterilizantes no hormonados, que no afectan a la salud de los animales; la puesta en funcionamiento de palomares ecológicos distribuidos por toda la ciudad, donde serán trasladadas gran parte de las poblaciones de estos animales, de manera que su estado de salud y su población puedan ser supervisados; la elaboración de un censo de población... Medidas que, ante todo, prohíben el sacrificio de aves, una novedad que denota respeto y otra forma de hacer las cosas.

En el Gobierno de Joan Ribó, tenemos muy claro que la lucha por la mejora del bienestar de los animales con los que compartimos ciudad es una máxima para nosotros. Una máxima que avanza paso a paso y que no solo beneficia a los animales no humanos, sino que también nos beneficia a los seres humanos, haciéndonos mejores y permitiéndonos evolucionar hacia la igualdad.

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