El Valencia sufre la maldición de los últimos minutos y pierde nuevamente

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Era prácticamente obvio. El Valencia llegó a este partido con una sobrecarga emocional importante y con cuatro goles encajados en la ida. ¿Qué se podía hacer?

El Celta, por su lado, se esmeró en ese primer choque en Mestalla para jugar bien ante unos jugadores blanquinegros, sostenidos por una institución cada vez más cuestionada.

El espíritu del lance fue muy concreto ya en los primeros minutos. En un Balaídos el equipo de Berizzo crece y así quedó claro, sin considerar incluso que los once elegidos no eran precisamente los de siempre. Iago Aspas, por ejemplo, no estaba ahí.

Tampoco Voro eligió a los más frecuentes. Javi Jiménez, Fede Cartabia, Rafa Mir y la novedad, Vinicius Araujo, sobresalían como los titulares, mientras que Cancelo también tenía sus minutos desde el inicio, cuando intentó combinar y la pelota se fue sin destino.

Carlos Soler hacía un buen partido al ordenar a sus compañeros, como dando esperanzas de que algo pudiera hacerse. Sin embargo, no sucedió nada muy importante y el segundo tiempo llegó con la misma rapidez con la que Rossi, que solo ha jugado tres partidos en Copa, hizo el 1-0.

El Valencia no jugaba mal del todo y eso quedó demostrado con el gol de Vinicius Araujo dos minutos más tarde de la conquista del italiano. De ahí en adelante el equipo blanquinegro fue protagonista mientras que el Celta se quedaba en su campo, esperando el final o alguna iluminación…

Y llegó aquella iluminación en esos minutos de descuento que persiguen al conjunto a cada partido. Pione Sisto convirtió un espectacular tiro de falta y, a pesar de la táctica de Voro y el esfuerzo de los canteranos, el 2-1 brilló en el marcador y el Valencia volvió a perder nuevamente.

Con este resultado se acabó la Copa del Rey para Voro y sus jugadores. Crisis y más crisis.

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