El rayo verde es un fenómeno atmosférico que puede suceder durante la puesta o salida del sol. Es un destello o un rayo de luz de duración mínima que ocurre en condiciones atmosféricas muy infrecuentes y en espacios vastos como el mar. Se debe a la refracción y dispersión de la luz cuando roza el horizonte.
Esta es la explicación científica que se le da a un fenómeno que el artista, Fermín Jiménez Landa, ha tratado de representar en la Sala La Gallera de Valencia.
El director del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, José Luis Pérez Pont, ha presentado la exposición que estará en la sala hasta el próximo 18 de diciembre, acompañado por el artista y el comisario de la muestra, César Novella.
"Jiménez Landa presenta en La Gallera una instalación escultórica que representa una escalera de 13 metros de altura, en un arrebato de euforia artística por abarcar el espacio" explica Pérez Pont quién ha felicitado al artista por "el diálogo que plantea entre su obra y el edificio con unas características arquitectónicas tan especiales".
El director del Consorci de Museus ha explicado que "las propuestas artísticas que se dan en La Gallera tienen el reto de unir continente y contenido como un todo único y además efímero porque una vez termina la exposición es imposible volver a ver la obra tal y como ha sido concebida".
Jiménez Landa ha explicado que "siempre me ha atraído el fenómeno del rayo verde, que he conocido a través del cine o las novelas como la de Julio Verne. Pero no me interesaba tanto su concepto onírico o romántico sino más bien la explicación científica como efecto óptico".
Su naturaleza inaprensible y fugaz ha provocado numerosas creaciones literarias, musicales y cinematográficas 'el rayo verde' se ha relacionado con el deseo, con lo factible y con lo imposible, como la novela homónima de Julio Verne de 1882, perteneciente a su serie de viajes extraordinarios. Verne fue el primero en popularizar el rayo y de su novela surge la leyenda: si dos enamorados observan a la vez el rayo su amor será para siempre.
El espectador que visite La Gallera en los próximos meses se encontrará con una escalera de caracol en medio de la sala, tan alta que no cabe de pie. Ha quedado encajada oblicuamente, inutilizada por el exceso de ímpetu en la construcción. La obra no es la escalera. La obra es la relación inoportuna entre la escalera y el espacio; es más situación que forma. El deseo frustrado se materializa bajo esta circunstancia inútil, en un espacio intermedio entre la intervención arquitectónica y la representación del rayo verde. Con este gesto mínimo de grandes dimensiones se busca establecer nuevas conexiones entre euforia, fracaso, melancolía, las enciclopedias y bibliotecas como fuente de conocimiento obsoleto y limitado, la carpintería artesanal y un continuo deseo de estar en otro lado.