Opinión

A prueba de bombas

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na vez más me veo escribiendo sobre las escuelas de música del País Valenciano, y ahora desde una óptica política, una vertiente que hace años me era vetada desde el mundo del asociacionismo, y con razón. Sin embargo, la solución a este problema es de corte político. Siempre lo ha sido y así continúa actualmente.

Todo gobierno que se precie necesita descubrir las verdaderas señas de identidad del pueblo al que gobierna, para cuidarlas y promocionarlas, y como bien dice la FSMCV:

“Cuando los gobiernos no protegen y desarrollan la cultura de sus propios pueblos, pierden la dignidad para gobernarlos”.

Hace unos días que la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana (FSMCV) ha lanzado, de forma viral, un breve videoclip reivindicativo sobre las escuelas de música de sus asociados. Estamos hablando de más de 300 escuelas de música, que inician en su trayectoria musical a más de 30.000 alumnos, que podrían ser muchos más con la financiación adecuada. Un sistema educativo que forma parte del sistema público de enseñanzas artísticas de música de la Generalitat Valenciana, a pesar de la miopía del equipo del Sr. Marzá en cuestiones educativas, un sistema que desde hace más de 200 años ha contribuido, como nadie, a la democratización de la enseñanza de la música, otrora reservada para la aristocracia y el clero.

Estamos hablando de un sistema que da trabajo actualmente a 2.807 profesores, que podrían ser muchos más con la financiación adecuada, y que darían respuesta a una demanda social sin parangón en el mundo y a la que nuestros gobernantes no parecen prestar la menor atención.

Estamos hablando de un sistema educativo que es contribuyente neto a las arcas de la seguridad social, ya que, de las cargas sociales que ingresan en las arcas públicas en concepto de cotizaciones, solamente reciben una parte en forma de subvención, y con un nivel de retraso que iguala a los peores momentos de los gobiernos del Partido Popular.

De los 700 euros por alumno/año de coste real, las escuelas de música solamente reciben 200 euros, en forma de subvención, por la conselleria de educación y cultura, siendo la reivindicación de la FSMCV llegar a una dotación de 367 euros por alumno/año, por parte de la Generalitat Valenciana.

Necesitaría varias páginas para explicar el impacto de la enseñanza de la música sobre el fracaso y el abandono escolar, para explicar el papel de estas escuelas de música en el proceso de democratización de la enseñanza de la música en nuestro territorio, o en la asunción compartida de que la música es el factor que nos diferencia al pueblo valenciano.

El compromiso de apoyo a las escuelas de música es explícito en el Pacto del Botánico, y es importante que se cumpla a todos los efectos.

Además, hay que considerar que el Pacto del Botánico no está a prueba de bombas, como alguna dirigente política ha querido inculcar en las mentes de la ciudadanía valenciana. Las bombas se lo llevan todo por delante, y en algunos temas importantes, hay detonadores preparados para hacerlas estallar… y no sabemos con seguridad quién los está accionando.

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