Opinión

80 años no son nada

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No sé quién dijo aquello de que” el tiempo pone a cada uno en su lugar”, pero yo que soy más de acción que de esperar paciente a que caigan las hojas del calendario, me tengo que contener cuando oigo la tan manida afirmación.

La conocida como ley de Memoria Histórica aprobada por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, casi 30 años después de la aprobación de la Constitución Española,abrió la senda a ese tiempo de reconciliación con nuestro pasado, a ese “poner a cada uno en su sitio”. Durante más de cuarenta años vivimos bajo un gran engaño, vivimos en un mundo de buenos y malos, donde los buenos eran aquellos que alzaron sus fusiles contra el gobierno legítimo de la II República y los malos quienes “atentaban contra un régimen dictatorial que había traído la paz y el progreso a la España de unos pocos”.

Desde el golpe militar en 1936 hasta 2007 (año de aprobación de la ley) la historia parecía tener una sola versión. La Democracia trajo a este país la concordia, el consenso y la libertad, pero los pasos fueron tan lentos respecto al conocimiento de nuestra historia reciente que no eran extraños los silencios y los “agujeros negros” en su contenido.

Decía que la Ley del 2007 abrió un escenario nuevo, fue el camino que España necesitaba para mirar de frente a su historia, para asumir culpas y pagar deudas. Para acabar con aquello de “buenos y malos”, de “rojos y fachas”. Pero fue solo el inicio. Con la llegada al Gobierno del PP en 2011 la ley no fue abolida, pero si paralizada; se acabaron las investigaciones; se acabaron los desarrollos normativos; se acabaron los presupuestos destinados a su diligencia. Y en la Comunitat Valenciana el panorama fue mucho peor: aquí los gobiernos autonómicos de Camps y Fabra nunca facilitaron su aplicación y no llegaron a declarar públicamente su insumisión pero no hizo falta, la voluntad política era fundamental para su desarrollo y el PP de la Comunitat nunca la tuvo.

Mientras tanto, gobiernos autonómicos de todos los colores políticos fueron avanzando en sus normas. Aprobaron decretos, ordenes, resoluciones… Trasladaron a museos monumentos de exaltación al franquismo que poblaban sus plazas, eliminaron de sus callejeros nombres de defensores del régimen, y ayudaron a víctimas y familiares a reencontrarse con su pasado y retomar la dignidad que les robaron.

Ahora es el momento de la Comunitat Valenciana, 10 años han pasado y por fin, gracias a un cambio de gobierno, vamos a tener nuestra propia Ley de Memoria. El Consell del Botánic aprobó el pasado mes de febrero un proyecto de Ley que habla de reconciliación, del pago de la deuda con la ciudadanía, de derechos, de Democracia. El Consell del President Puig ha traído a les Corts para su tramitación el texto que permitirá llenar nuestros libros de historia de relatos veraces y ecuánimes. Una de las líneas de actuación que, en mi opinión, más relevancia tiene de todas las esgrimidas en el proyecto de ley. La investigación y estudio objetivo de los hechos llenará los contenidos de los curriculums escolares en todas las etapas educativas. A partir de esa premisa ya nunca más la ignorancia será motivo de enfrentamiento.

Han pasado más de 80 años desde el golpe militar que dio origen a la Guerra Civil Española. Demasiado tiempo para poner a cada uno en su lugar, pero si con ello conseguimos la pacificación con nuestra historia y que nunca más España repita episodios similares, 80 años no habrán sido casi nada.

Mercedes Caballero, Diputada en Corts ValencianesPortavoz Memoria Histórica Grupo Parlamentario Socialista

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