​Morales, el héroe de la última victoria ante el Getafe en Primera División

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Quizás haya dos imágenes que impregnan el enfrentamiento que mañana cruzará al Levante y al Getafe en el Estadio Ciutat de València desde las 13:00 horas. Si se desescombra el pasado más reciente surge la confrontación del ejercicio anterior, con los rivales como enemigos en el marco de la categoría de Plata, saldado con un empate (1-1) que rasgó una racha inmaculada de las huestes azulgranas en calidad de local. La escuadra de Bordalás negó la victoria a un bloque acostumbrado a despachar con contundencia a los adversarios que iban pasando por el feudo del barrio de Orriols. La historia se repitió sin variaciones sustanciales hasta el aterrizaje del equipo del Sur de Madrid. No obstante, si se aleja la vista algo más en la secuencia temporal brilla el efervescente e incontestable triunfo conquistado ante el Getafe un viernes 19 de febrero de 2016 en el coliseo granota. Aquella tarde-noche de invierno el Levante se aferró a las botas de Morales para seguir soñando con una permanencia que finalmente se diluyó y que abrazó a las dos instituciones que mañana sábado al mediodía dirimirán un nuevo capítulo en el relato de las confrontaciones compartidas.

Lo cierto es que el influjo del Comandante en aquella victoria fue sobresaliente. Fue el típico partido que coronó las virtudes de un futbolista que se agarraba como un náufrago a la máxima categoría del balompié español. El precipicio parecía divisarse. El Levante retornaba al Ciutat después de despeñarse en Eibar (2-0). Morales lideró una victoria redentora. Y no tardó en exceso en mostrar cada una de sus credenciales en una actuación poliédrica y portentosa. A los diez minutos ya miraba hacia la Tribuna de la instalación levantinista llevándose la mano a la sien a modo de saludo militar en una imagen que ya es arquetípica y personal e intransferible. El Comandante capitalizó una diagonal mortífera, corrió en paralelo al arco madrileño y metió la punta de la bota para ajusticiar a Guaita.

Morales firmó ante el cancerbero valenciano su sexto gol de la temporada. La diana confirmaba la capacidad de amotinamiento de un futbolista diferencial en aquel espacio del ejercicio. Morales levitaba sobre el césped con energía. Nadie podía retenerle. Era una utopía. Sus botas escondían un veneno letal. No fue su última aparición. El atacante acabó sobre el verde después de una nueva razzia. Morales rompió los grilletes que trataba de candar Vergini. La acción concluyó con el árbitro dirigiendo la mirada hacia el punto fatídico que distancia la portería del punto de penalti. Rossi transformó con parsimonia y ataraxia. Para enmarcar una intervención lujosa, desde un prisma personalizado, imaginó el desarrollo previo del lance que significó la diana de Verdú ya con el enfrentamiento totalmente solucionado.

Morales se enfrenta a uno de sus rivales preferidos en el marco de universo Primera División según advierte la estadística más íntima e individual. Su particular hoja de ruta refleja un gol y tres asistencias en el cómputo de los seis capítulos dirimidos, si bien su pujanza es perceptible principalmente en las confrontaciones adscritas a la principal división. Ese postrer capítulo ilustra su capacidad de influencia para cambiar el registro de los choques. Su condición de heraldo del gol resulta manifiesta partiendo de los datos. Sucedió en el partido disputado en el Coliseum Alfonso Pérez el sábado 25 de abril de 2015. El gol de Casadesús nació desde un saque de esquina lanzado por el Comandante que confirmó una victoria esencial en aras a mantener un puesto en la opulenta Primera División.

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